Convento de San Antón

Convento de San Antón

Vista del Convento de San Antón, Castrojeriz, Burgos

En el Camino de Santiago, entre las localidades de Hontanas y Castrojeriz, se encuentran las evocadoras ruinas del Convento de San Antón. Cuesta creer que un edificio de tal magnitud y renombre haya llegado a nuestros días en este avanzado estado de ruina. Por suerte, se ha salvado de su desaparición gracias al Albergue de Peregrinos que existe en la actualidad. Como curiosidad para el viajero, queremos recordar que aquí se encuentra uno de los arcos ojivales más grandes de toda España.

Este convento fue construido por los Hermanos Hospitalarios de San Antonio. También conocidos como los antonianos. Esta orden fue fundada a finales del S. XI y procedía de Francia. En España, los antonianos fundaron dos preceptorías: una de ellas la encontramos en Olite (Navarra) y la otra corresponde a este convento, situado en las cercanías de Castrojeriz. Al parecer, los antonianos fueron disueltos en el año 1791. Por ello, el convento inició el camino que le ha llevado hasta la situación actual según puede comprobarse en la fotografía,  en donde apreciamos unos inmensos arcos apuntados. Desde el año 2002, en el Convento de San Antón se encuentra un albergue para peregrinos jacobeos.

Descripción de la obra:

El Convento de San Antón de Castrojeriz fue fundado en el año 1146 bajo el patrocinio del rey Alfonso VII. Uno de los elementos que más llama la atención del visitante, es el rosetón que se abre en la fachada de poniente. En él aparece repetida varias veces la letra Tau. Recordemos que tau es la decimonovena letra del alfabeto griego y que en este caso hace referencia a los monjes antonianos que habitaron el convento. También se conserva una magnífica portada gótica y los impresionantes vanos ojivales del ábside de la iglesia.

El retablo barroco que presidía la iglesia actualmente se conserva en la iglesia de San Bautista de Castrojeriz.

El Fuego de San Antón

Durante la Edad Media, los monjes antonianos fueron conocidos por sanar el llamado «Fuego de San Antón» o «Fiebre de San Antón», también llamado «Fuego del Infierno». Se trata de una enfermedad que era muy común en el norte de Europa hasta el S. XVI. Al parecer, era causada por las toxinas que liberan los parásitos del centeno, los monjes antonianos de Castrojeriz conseguían curar este mal. Según cuenta la tradición se les imponía a los peregrinos la «Tau» como signo de protección en los males del camino. Desparecida la orden en el año 1787, parte de sus bienes pasaron a la Colegiata de Santa María del Manzano de Castrojeriz y con los efectos de la Desamortización de Mendizábal en el año 1835 el resto pasaría a manos privadas.

Fotos del Convento de San Antón, Castrojeriz